Atardecer desde el Patio de CaballosLa ermita construida en honor a san Benito Abad, Patrón de El Cerro de Andévalo, está enclavada al Sur-Oeste de dicha villa, a unos veinte kilómetros de distancia por carretera y a unas tres leguas por el camino viejo de herradura.

El origen del Santuario no se conoce al no haber ningún documento que lo acredite, aunque se cree que fue construido en el siglo XII o XIII como priorato de alguna orden medieval que siguiera como norma de vida las reglas de san Benito, (como la Orden de Santiago), para dar servicio religioso a las personas que pertenecían a la encomienda.

El primer dato documental que se conoce, trata los pleitos que el reino de Sevilla tenía con D. Enrique de Guzmán, Duque de Medina Sidonia, por el desplazamiento realizado por éste del primitivo amojonamiento, que señalaba la línea divisoria entre sus propiedades y las pertenecientes a la municipalidad de Sevilla.

Para el reconocimiento de las antiguas líneas jurisdiccionales se comisionó a D. Juan de Marmolejo y a D. Rodrigo de Arcos,
para que en representación de la municipalidad hispalense se posesionara "in situ" de todas las tierras y lugares que le habían sido arrebatadas.
Maqueta de la ermita
Vista trasera de la ermita y alojamientos mayordomía A tal efecto, el día 8 de junio de 1491, se reunieron los referidos Marmolejo y Arcos en una cumbre donde había una ermita que llamaban de san Benito. Les acompañaban, entre otros testigos D. Pedro Alfonso Blanco y D. Andrés Martínez, vecino de El Cerro de Andévalo, D. Alfonso Pérez de Aroche y
D. Benito Pérez, alcalde de Cortegana.

Existe otro documento en los archivos del Ayuntamiento de la Puebla de Guzmán, que hace referencia a la ermita, fechado el día 27 de Noviembre de 1435, según el Pregón de la Romería del año 1 991, leído por Juan M. Borrero González, donde se mantiene una reunión por el mismo motivo de deslinde mencionado anteriormente.

Por estos pleitos se tiene conocimiento de la existencia de la ermita, aunque se cree que ya existía en el siglo XIII, o sea anterior al último enclave de la actual villa de El Cerro de Andévalo.

Las modificaciones que se aprecian hoy, de su original trazado son:

- Se corta la nave central dejándola más pequeña y haciendo lo que actualmente se le llama patio de caballo, en el que
con posterioridad se hace una cocina y comedor sobre la parte izquierda, y a la derecha un salón para acoger a la mayordomía en época de romería.

- Al destruirse la cúpula de la nave central, junto al altar mayor, no se levanta, dejándola a la misma altura que la nave, aunque
se dejan unos testigos que parten de las columnas frontales del altar mayor, pudiendo verse en la actualidad.

- Se cancela una puerta lateral que estaba frente a la puerta que en la actualidad comunica la ermita con los portales.

- Se hacen unos subportales que recorren todo el largo de la ermita y la casa colindante.

- Se reduce la sacristía a un cuarto que comunica con otro mucho más pequeño que es utilizado por el sacerdote como dormitorio en tiempo de romería.

- Se modifica parte de la sacristía, haciendo una vivienda que es utilizada por el ermitaño.

- Los demás aposentos, no mencionados, se van construyendo con el tiempo y según las necesidades que el ermitaño o la hermandad iban teniendo.

Sobre el año 1 985 se pican todas las paredes de la ermita y se revisten con arena y cemento. Se sustituye el suelo de ladrilleta por losa de mármol, se suprime una hornacina de madera que estaba en muy mal estado y se coloca al Santo sobre un pedestal de columna de mármol.

Vista de El Cerro desde la ermita En la romería del 1993 se inaugura un nuevo retablo con diseño y construcción de Don Antonio Díaz Fernández, de 8,84 m de alto por 4,07 m de ancho, de madera de pino de Flandes, tablero de okume y talla de 2 centímetros de grueso con pieza; seis columnas exentas de adornos; con camarín central presidiendo la ermita para acoger la imagen del santo titular, san Benito de Nursia, donada en los años cuarenta de este siglo, por el devoto Don Bartolomé Domínguez; dos repisas laterales para poner a san Antonio de Padua con un niño en los brazos y san Antonio Abad con un cerdo a sus pies, adquirida por la hermandad en los años 60 de este siglo, y coronando la parte superior un Cristo crucificado, apoyando el palo central de la cruz en un panel circular cuyo interior lleva grabada la cruz de san Benito.