En el día que celebramos la onomástica de nuestro Patrón San Benito Abad, necesitamos hacer referencia a los valores que impregnaron su vida. Cantamos en la liturgia la solemnidad del 11 de Julio, San Benito se nos presenta en su vida con perfiles y modalidades que transmiten atracción de santidad a través de su humanidad, con su aura de bondad, su dulzura secreta y profunda, su figura y sus palabras, que irradiaban paz.
Los tiempos que corren, pueden ser muy parecidos a los que San Benito tuvo que enfrentarse. Supo priorizar la realidad social del momento a las vanidades y comodidades que el ser humano siempre ostentó de pretender. Buscar el equilibrio y compartir las necesidades es una tarea que cada uno de nosotros debemos de enfrentar, porque todos tenemos una parte de San Benito en nuestros interior. Él minimizo sus necesidades, y a la vez agudizo el ingenio, para aliviar y aprovechar el esfuerzo de los más necesitados.
Hacer un simulacro de la situación actual, puede que nos impacte, pero lo real es que podemos tener un necesitado muy cerca de cada uno de nosotros. Quizás, los tiempos que hemos vivido llenos de bonanza y bienestar, nos ha llevado a la incapacidad de reconocer nuestras limitaciones y necesidades, por el declive social que ello pudiera suponer. Primero; por la incongruencia que se provoca al mantener ciertos privilegios cuando se ha reconocido la necesidad, y seguido, por qué queremos seguir primando el exterior. El necesitado de hoy día, tiene que ser humilde y reconocer su necesidad, y la comunidad debe actuar como una familia, no solo en la ayuda de forma material, si no, en la enmienda de encauzar unas formas desestructuradas que, en cierto modo todos hemos sido culpables y conscientes de ella.