Cursillo de novios

El sábado 16 de abril nos reunimos, en la ermita de san Benito Abad, con tres parejas de novios que en este año 2016, recibir el sacramento del Matrimonio. Fue una jornada lluviosa, pero espiritualmente profunda, éramos pocos, en comparación de años anteriores, pero, una vez más, se demostró que “la cantidad no asegura la calidad”.

Comenzó el encuentro con una pequeña oración, que tuvo como base la lectura de San Pablo a los Corintios: “El amor no pasa nunca”.

El párroco expuso todo lo referente al sacramento del matrimonio: significado, símbolos y liturgia…, con el fin de que fuera conocido y así poder apreciarlo mejor y extraer todo su jugo.

Mª Carmen Rufo, por medio de dinámicas, animó a las parejas a valorar el cursillo prematrimonial como un profundizar en los valores; valores que se encuentran dentro de cada uno y que hay que potenciar y alimentar para el proyecto de una vida en común. Palabras como comprensión, respeto, diálogo, amor, convivencia… estuvieron presentes a lo largo de todo el día. 

También se dedicó tiempo para saber gestionar aquellos problemas y situaciones que nos superan y que pueden mellar la convivencia de la pareja.

Como ya es costumbre en estos encuentros, compartimos la comida que cada pareja aportó. Fue un momento para compartir ideas, proyectos… y para conocernos más.

Tras un descanso-café, y después de unos dulces que quitan el sentido, volvimos para concluir la jornada. En esta ocasión cada pareja se retiró a estar un rato a solas y comunicar todo lo que en su corazón hubiera; aquello íntimo y personal que quisieran que se quedara en ellos.

Santi, habló sobre cuestiones prácticas, especialmente aclarando todas las dudas que tuvieran los novios sobre documentación que se necesita, expediente matrimonial, futuros encuentros más cercanos a la boda …etc Dimos por concluida la jornada con una breve oración en forma de petición y bendición, deseando que se hubieran encontrado a gusto en el cursillo.

Antes hubo una pequeña evaluación del día donde se destacó la buena armonía, el respeto a las ideas del otro y la sensación de irse sabiendo qué merece la pena construir una comunidad de vida y amor.

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